PROPÓSITO: IDENTIFICAR UNA DE LAS CAUSAS QUE CREA UNA ATMÓSFERA DE VIOLENCIA EN COLOMBIA PARA LA APARICIÓN DEL FRENTE NACIONAL...
TOMADA DEL ESPECTADOR.COM
LA ACTIVIDAD RELACIONADA CON LA LECTURA DE ESTA ENTREVISTA ES LA SIGUIENTE:
1. Describe el contexto en el cual Fidel Castro fue a Bogotá.
2. ¿Cuál era el contexto social de Colombia en 1948? Describe.
3. Qué reflexión te deja el Comandante Castro, en relación a la violencia en Colombia de ésa época
4. ¿Qué críticas le harías al comandante Castro en relación a su pensamiento acerca del hombre?
El Bogotazo según Fidel Castro
Siendo apenas un universitario, Fidel Castro presenció los actos de
barbarie del Bogotazo. Asistía al encuentro de universitarios paralelo a la IX
Conferencia Panamericana (la misma que adoptó la carta de la OEA) y alcanzó a
reunirse con el caudillo liberal dos días antes de que lo asesinaran. Quedaron
de verse luego, pero la cita no se cumplió. En Bogotá conoció la revolución y
hasta estuvo preso.
Por: Elespectador.com
El líder cubano ha hecho varias
alusiones a esa visita a Colombia, país del que dice haber quedado enamorado
desde entonces. Uno de sus más recientes relatos al respecto, fue a la
periodista Katiuska Blanco Castiñeira, quien en 2011 las publicó en “Fidel
Castro Ruz, Guerrillero del tiempo”, una conversación autobiográfica publicada
en 2012.
A continuación, El Espectador reproduce los apartes del libro sobre las alusiones al Bogotazo:
Katiuska Blanco. —Comandante, el 3 de abril de 1948 usted se encontraba en Bogotá. Aquel día escribió a don Ángel una carta en papel timbrado del hotel Claridge, donde le contaba todo lo vivido hasta entonces en su viaje por varios países. Tengo la impresión de que la redactó en cuanto llegó a la ciudad; fue
la primera vez que hizo un alto para enviar noticias a su casa. El encabezamiento de la carta nos aproxima mucho a usted «Querido papá…», apunta. La breve frase devela un mundo de íntima calidez familiar, respeto y cariño.
A continuación, El Espectador reproduce los apartes del libro sobre las alusiones al Bogotazo:
Katiuska Blanco. —Comandante, el 3 de abril de 1948 usted se encontraba en Bogotá. Aquel día escribió a don Ángel una carta en papel timbrado del hotel Claridge, donde le contaba todo lo vivido hasta entonces en su viaje por varios países. Tengo la impresión de que la redactó en cuanto llegó a la ciudad; fue
la primera vez que hizo un alto para enviar noticias a su casa. El encabezamiento de la carta nos aproxima mucho a usted «Querido papá…», apunta. La breve frase devela un mundo de íntima calidez familiar, respeto y cariño.
De su presencia en Santa Fe de Bogotá existe también
registro gráfico, una imagen captada precisamente el 9 de abril, día
de El Bogotazo. Se le ve a usted en primer plano y al fondo una calle de
postes derrumbados, farolas inclinadas, vidrieras rotas y escombros en
lugar de asfalto, como si hubiera sido
destruida por un terremoto o cataclismo.
destruida por un terremoto o cataclismo.
Fidel Castro. —Mi estancia en Colombia
coincidió con la IX Conferencia Panamericana que tuvo lugar en Bogotá,
donde se adoptó la Carta de la Organización de Estados
Americanos (OEA). La idea era aprovechar esta coyuntura para realizar
el Congreso Latinoamericano de Estudiantes y, desde una
osición antiimperialista, reclamar la devolución del Canal de Panamá,
la devolución de las islas Malvinas, la independencia de Puerto Rico y
protestar contra la dictadura de Trujillo, en Dominicana.
Cuando llegué, les expliqué a los estudiantes los objetivos del
congreso, su programa. Mi lucha empezó bien temprano,desde que Estados Unidos
convocaba a los gobiernos de la región, yo organizaba un congreso de
estudiantes latinoamericanos contra las dictaduras. Allí estaba la de Trujillo,
allí estaban reunidos todos los dictadores.
Nuestra labor persuasiva tuvo éxito, los estudiantes
comprendieron, creyeron en lo que hacíamos. Yo fui con Rafael del Pino
[Siero], él era amigo de la familia y conocía a mi hermana Lidia. Creo que
había pertenecido al ejército norteamericano, y una tía suya estaba relacionada
con un dirigente sindical. Fue por la Universidad y se me acercó, parece
que simpatizaba conmigo. Daba la impresión de ser un muchacho bueno,
tranquilo. Se brindó para acompañarme, y como tenía cierta preparación
militar le dije: «Bueno, está bien, vamos». No íbamos a una guerra pero,
por lo menos, era un individuo que yo consideraba que podía ser útil, era
valiente, por eso fue conmigo, de lo contrario, yo hubiera ido solo,
completamente solo. Resultó una especie de ayudante mío.
Colombia vivía una gran efervescencia, había un movimiento popular
muy fuerte, el movimiento de los liberales, dirigido por Jorge Eliécer
Gaitán, líder popular parecido a Chibás, pero yo diría que con más
contenido en su prédica. Los estudiantes colombianos mostraron su acuerdo
con el congreso y se entusiasmaron. La idea avanzaba rápidamente, ya
existía un comité organizador que recibía estudiantes panameños, venezolanos,
dominicanos, argentinos.
El congreso estaba prácticamente estructurado, y yo continuaba
trabajando en su organización. Casi me convertí en el centro
del evento, lo que provocó celos en los dirigentes oficiales de
la Universidad de La Habana, al punto de que [Enrique] Ovares y Alfredo
Guevara se aparecieron en Bogotá como representantes oficiales de los
cubanos. Crearon una situación relativamente incierta, plantearon que
ellos eran los representantes de la FEU, y que yo no lo era.
Cuando ya se ultimaban los detalles para el congreso, se realizó
una reunión un poco tensa donde se cuestionaron mis derechos, mis títulos
como organizador del evento. Participaron 20 o 30 personas. Alfredo y
Ovares estaban presentes. Yo me paré y pronuncié un discurso breve, seco.
Expliqué lo que hacíamos, el contenido de aquellas luchas, su importancia
y la del momento histórico que vivíamos. Dije que eso era lo que a mí
me interesaba, no los cargos ni los honores ni la representatividad; que
si los allí presentes pensaban que no podía continuar los trabajos,
entonces les pedía que siguieran adelante con la tarea, que yo no tenía
ninguna ambición personal.
Estaba realmente muy sentido con aquello, y parece que les hablé
con vehemencia, de una manera tan clara y contundente que logré persuadirlos.
Dije quién era, cómo era y por qué no podía ser dirigente oficial siendo
estudiante universitario. Los presentes aplaudieron muchísimo, y a pesar
de que mis títulos fueron impugnados, los estudiantes
latinoamericanos acordaron que yo siguiera presidiendo el comité organizador.
Katiuska Blanco. —Después se efectuó su
encuentro con Jorge Eliécer Gaitán, posiblemente el 7 de abril de 1948.
Fidel Castro. —Así mismo fue. Los
estudiantes colombianos me pusieron en contacto con Jorge Eliécer Gaitán.
Aquel día me llevaron a verlo y conversé con él. Encontré a una persona
de mediana estatura, aindiado, inteligente, listo, amistoso. ¡Con qué
amistad nos trató! ¡Con qué afecto! Nos entregó algunos de sus discursos
junto a otros materiales, se interesó por el congreso y nos prometió
clausurarlo en un acto multitudinario en el estadio de Cundinamarca. Era
su propuesta. Habíamos conseguido el apoyo del líder más popular, un
dirigente con gran simpatía, con gran carisma. Era un éxito colosal
hasta entonces. Recuerdo que él me entregó sus discursos, entre ellos
uno muy bello, la «Oración por la paz», pronunciado en febrero de aquel
año, al cierre de una marcha donde participaron 100 000 personas que
desfilaron en silencio para protestar contra los crímenes.
Yo estaba acostumbrado a las protestas en Cuba cuando mataban a un
estudiante, a un campesino. En otros países sucedía también así. En Venezuela,
por ejemplo, hubo una gran protesta por crímenes que se cometieron; en
Panamá por el estudiante inválido… Y cuando llegué a Colombia, me pareció
raro que los periódicos publicaran noticias sobre 30 muertos en tal punto, 40 muertos en tal otro. Había una matanza diaria en Colombia.
raro que los periódicos publicaran noticias sobre 30 muertos en tal punto, 40 muertos en tal otro. Había una matanza diaria en Colombia.
Katiuska Blanco. —Comandante, en la
presentación de su libro La paz en Colombia, publicado en noviembre de
2008, al hablar de su encuentro con Gaitán y de aquel discurso que
el líder liberal puso en sus manos, expresé que aquella pieza
oratoria era como un legado del político colombiano a usted y a la
Revolución Cubana, una herencia a la que han sido fieles en silencio y con
seriedad rigurosa. Impresiona conocer cómo la violencia actual en esta
hermana nación sudamericana tiene raíces tan remotas,
incluso, anteriores a la fecha del estallido en abril de 1948.
Al periodista colombiano Arturo Alape, a quien usted concedió en
1983 una entrevista para el libro que entonces preparaba y que
luego fue El Bogotazo, usted le confesó su perplejidad al leer
las noticias de las matanzas de campesinos que tenían lugar
casi todos los días y salían publicadas en los cintillos de los
diarios de abril de 1948, cuando usted arribó a la capital de
Colombia. Al abordar dichos acontecimientos usted consideró que
prácticamente existía una guerra civil en ese país.
Fidel Castro. —Me quedé asombrado de
cómo una sociedad podía resistir tal masacre. En aquel momento el Partido
Liberal estaba en la oposición y el Partido Conservador en el
poder. Muchos de los crímenes eran cometidos por el
Partido Conservador. Existía un clima de tremenda tensión.
Gaitán convertido en líder era el seguro presidente de las próximas elecciones.
Había unido a todos los liberales, era un hombre bien preparado, muy
talentoso, era el gran líder del pueblo colombiano, democrático y
progresista. Así era el hombre que conocí. Nos recibió muy bien y nos dio
una cita, creo que dos días después, para acordar los detalles de la
clausura del congreso.
Fue un éxito rotundo. Teníamos el apoyo del partido más popular y
de Gaitán, un hombre de ideas brillantes, que se daba cuenta de la
importancia del congreso estudiantil frente a la IX Conferencia
Panamericana, convocada por Estados Unidos, donde se reunieron los
dictadores y se tomaron acuerdos
reaccionarios.
reaccionarios.
Por aquellos días fui arrestado porque en medio de la
preparación de nuestro evento —imprudencia nuestra— se nos ocurrió
repartir unas proclamas en las que poníamos todas las causas de nuestra
lucha: República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, las Malvinas, contra las
colonias y los dictadores. Era casi una proclama bolivariana lo que
preparamos. Ni me acuerdo cómo las imprimimos, el caso es que con
nuestros métodos de estudiantes agitadores, lanzamos el
manifiesto desde el último piso del teatro Colón, donde tenía lugar
un acto solemne en honor de todos los cancilleres, con la
presencia del presidente de la República, la oligarquía, la burguesía, gente
a la que no le interesaba, en lo absoluto, la soberanía de Puerto Rico ni
la democracia en República Dominicana. Tiramos las proclamas creyendo que
era lo que teníamos que hacer, sin darnos cuenta de que se trataba de una
tontería. Volvimos para el hotel, y poco tiempo después nos
detuvieron, la policía nos venía siguiendo, a Del Pino y a mí.
Nos llevaron a una callejuela con pocas luces, unas
instalaciones policíacas denominadas las Oficinas de Detectivismo.
Debe de haber sido algo así como un cuerpo represivo de vigilancia
para descubrir actividades comunistas. Nos interrogaron y les expliqué lo
del congreso, ellos creyeron que éramos comunistas, pero parece que le caí
simpático al oficial, le agradó de alguna manera conocer nuestra causa, y
después que
me escuchó nos dejó en libertad. Registraron nuestra habitación en el hotel, no encontraron armas ni dinamita, todo lo que había era un programa. Parece que también tuvieron en cuenta que éramos estudiantes y nos soltaron, aunque luego supimos que nos estuvieron chequeando.
me escuchó nos dejó en libertad. Registraron nuestra habitación en el hotel, no encontraron armas ni dinamita, todo lo que había era un programa. Parece que también tuvieron en cuenta que éramos estudiantes y nos soltaron, aunque luego supimos que nos estuvieron chequeando.
Parábamos en un hotelito acogedor, pero pequeño, muy barato, porque
nosotros no teníamos dinero, el congreso estaba casi organizado, a mí no
me quedaban ni cinco dólares, no sabíamos qué hacer, cómo íbamos a pagar
ni cómo íbamos a regresar.
Es la verdad. El 9 de abril almorzamos en el hotel y, cuando
estábamos haciendo tiempo para reunirnos con Gaitán, vimos una
agitación, gente corriendo por las calles, nos acercamos y
escuchamos a la gente que gritaba: «Mataron a Gaitán, mataron a
Gaitán, mataron a Gaitán». Así empezó todo. Corrían por aquí, corrían por
allá, y nosotros seguíamos acercándonos al centro; no estábamos muy lejos,
estaríamos a cinco o siete minutos de la oficina de Gaitán. Allí las
calles que atravesaban, se llamaban carreras, y las que las cruzaban
transversalmente, calles, entonces una dirección era: carrera tal, entre
calles tal y tal, o calle tal, entre carreras tal y tal. Eran cosas nuevas
para mí. También me llamaron la atención las direcciones en
Venezuela, no eran por calles, sino por esquinas: esquina número tal
entre esquina tal y tal. Todas esas particularidades de cada país
resultaban raras a quien recorría por primera vez América Latina. Yo
nunca había salido de Cuba, hasta llegué a creer que en los demás países
de América pasaba lo mismo que en Cuba, pero aunque no era exactamente
así, existían algunas semejanzas: el estudiantado, el fervor, el sentimiento.
Lo vi todo, la gran agitación, no habían pasado ni cinco minutos y
ya la gente estaba tirando piedras, irrumpiendo en las oficinas. Es decir,
no habían pasado ni diez minutos de que las noticias comenzaran a circular
y la gente empezó a reunirse como un remolino, como un ciclón; primero
ocuparon una oficina y lo rompieron todo. Yo llegué a un parque y vi
a un individuo dando palos, golpes, tratando de romper una máquina de
escribir, y lo vi tan angustiado y pasando tanto trabajo para romperla,
que le dije: «Espérate, no te desesperes, dame acá», y agarré la máquina y
la tiré hacia arriba, fue lo que se me ocurrió para ayudar a aquel hombre.
Recuerdo que salí de allí con un «hierro pequeño» que fue la
primera arma que yo agarré para tener algo en la mano. Bogotá, ¡otra gran
aventura en mi vida! ¡Nadie se puede imaginar las grandes aventuras que
viví en tan poco tiempo!, pero todas aquellas experiencias me enseñaron,
las luchas de grupo, lo de Cayo Confites, El Bogotazo. Fui ganando
terreno en la parte táctica, estratégica. Ahora, tenía muy claro
que aquello no era una revolución, no lo consideré siquiera cuando se
trataba de ajusticiar a un esbirro de la época de Machado o de Batista, o
cuando se tomaban venganzas de tal tipo, nunca me pasó por la mente, al
punto de que hubo gente que me quiso matar, que después fueron ministros
del Gobierno Revolucionario.
Creo que nunca en mi vida me dejé llevar por revanchas, ¡me parece
tan absurdo! Pero ¿cómo un político se va a dejar llevar por tales
cosas? Cuando nosotros hemos capturado a alguien no lo hemos hecho
por venganza, ha sido como una defensa, un ejemplo para que tales crímenes
no se cometan.
Y cuando triunfó la Revolución, cuando sancionamos a muchos
criminales de guerra, no lo hicimos con espíritu de revancha o de venganza
porque equivale a pensar que los hombres son culpables, como si el hombre
estuviera ajeno a la época, a la historia, a la sociedad, a la educación
que recibió. Muchas veces a un criminal de guerra ha habido que
castigarlo.
En otra época, en otra sociedad, dicho hombre no hubiera sido un
criminal porque el medio, la sociedad hace al hombre. No son los hombres
los que hacen la sociedad, es la sociedad la que hace a los hombres. Si se
va a aplicar un castigo y existe una filosofía de la gran dependencia del
hombre en relación con el medio donde vive, no tiene sentido la venganza.
Es absurdo creer que los hombres son absolutamente imputables.
LA ACTIVIDAD 2 DE LA SEMANA 13 ES VER EL SIGUIENTE VIDEO Y RESPONDER A LA PREGUNTA SIGUIENTE:
¿CUÁLES FUERON LAS CONSECUENCIAS DEL ASESINATO DE JORGE ELIECER GAITÁN?
¿QUÉ LE HICIERON LAS PERSONAS QUE SE DIERON CUENTA DEL CRIMEN, AL ASESINO?
ESCRIBE TU REFLEXIÓN PERSONAL CON LA SUPOSICIÓN: ¿QUÉ HUBIESE SIDO DE COLOMBIA SI NO HUBIERAN ASESINADO A JORGE ELIECER GAITÁN?
LA ACTIVIDAD 2 DE LA SEMANA 13 ES VER EL SIGUIENTE VIDEO Y RESPONDER A LA PREGUNTA SIGUIENTE:
¿CUÁLES FUERON LAS CONSECUENCIAS DEL ASESINATO DE JORGE ELIECER GAITÁN?
¿QUÉ LE HICIERON LAS PERSONAS QUE SE DIERON CUENTA DEL CRIMEN, AL ASESINO?
ESCRIBE TU REFLEXIÓN PERSONAL CON LA SUPOSICIÓN: ¿QUÉ HUBIESE SIDO DE COLOMBIA SI NO HUBIERAN ASESINADO A JORGE ELIECER GAITÁN?